La carrera, el deporte atlético clásico, puede considerarse,
a la vez, cosa sencilla y difícil; sencilla porque se trata de una habilidad
natural, que todo el mundo, incluso los menos dotados, realizan alguna vez en
su vida; difícil por la complejidad de su mecánica. Las fases de la
carrera son: contacto o recepción, impulsión y vuelo.
1 -Contacto o
Recepción con el Terreno: El pié se apoya en el suelo ligeramente delante del cuerpo, ya que el
apoyo excesivamente adelantado, frenaría
el avance de la carrera. El apoyo del pie debe ser activo, favoreciendo el trabajo de la tracción para
que se produzca el avance del cuerpo, previo
a la fase de impulsión. La
Rodilla estará ligeramente flexionada en el momento del impacto con el fin de mitigarlo, pero no
excesivamente, ya que provocaríamos un aumento
del tiempo de contacto en el suelo y por consiguiente, una disminución de la
velocidad. Cuanto menor sea la velocidad de la
carrera, mayor será el tiempo de contacto.
La pierna libre en
esta fase pasa agrupada con el pie recogido debajo del glúteo y nunca de forma
pendular, con el fin de favorecer la elevación y el avance de la cadera.
esta fase pasa agrupada con el pie recogido debajo del glúteo y nunca de forma
pendular, con el fin de favorecer la elevación y el avance de la cadera.
2 -Fase de impulsión:
La velocidad con la que el centro de gravedad recorre la distancia
desde el momento del impacto hasta el
despegue, marcará todo el tiempo de contacto con el suelo. Como hemos dicho
antes, si pretendemos ir deprisa, es importante
que reduzcamos este tiempo de contacto, que
lógicamente, se ve favorecido por un buen fortalecimiento muscular. A mayor fuerza de impulsión, mayor velocidad
conseguiremos en la carrera. Son los músculos
“gemelos”, “sóleos”, “plantares” y “flexores de los dedos”, los que tienen la
máxima responsabilidad en el Impulso. La pierna
libre colabora en el desplazamiento, lanzándose
hacia delante y hacia arriba, movimiento en el cual adquiere gran importancia el “glúteo”.
3 -Fase de Vuelo: La punta del pie pierde contacto con el suelo. Si
tenemos en cuenta que durante esta fase se produce una pérdida de velocidad, debemos
conseguir que ésta sea la óptima, es decir,
no excesivamente larga, forzando la llegada del pie al suelo, intentando además
que el centro de gravedad no se eleve demasiado
(no ir saltando).
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